Hemorroides
Son varices o inflamaciones de las venas en el recto y el ano. Anatómicamente son dilataciónes de los plexos, cojinetes o almohadillas de tejido submucoso donde están contenidas las vénulas y arteriolas superficiales del conducto anal. Son tres y están localizados en la pared lateral izquierda, pared lateral derecha y en posición media posterior. Su función es participar en el mecanismo de continencia de las heces.
A menudo, se dilatan o inflaman a consecuencia del esfuerzo para evacuar el intestino, aunque pueden ser causadas por otros factores como el embarazo, el estreñimiento crónico, la diarrea o el envejecimiento.
El principal síntoma de las hemorroides es el dolor alrededor del ano y la aparición de sangre roja brillante en las heces, en el papel higiénico o goteando en el inodoro tras defecar.
El diagnóstico de las hemorroides se basa en la sintomatología tan característica, seguida por una exploración física en la que se evidencia la dilatación patológica de los plexos hemorroidales.
La definición de los síntomas en las hemorroides cobra especial importancia, dado que si los plexos hemorroidales son estructuras normales, tan solo cuando su alteración produzca clínica de algún tipo será cuando hablemos de enfermedad hemorroidal.
Sin embargo, dado que otras patologías benignas y malignas del tubo digestivo pueden cursar con emisión de sangre por el ano, cuando ésta aparece incluso con un diagnóstico evidente de hemorroides, puede ser recomendable la realización de una colonoscopia para descartar otras patologías.
Dependerá de la intensidad de la sintomatología que presente. Abarca un amplio espectro que va desde la aplicación de tratamientos tópicos mediante cremas, pomadas, supositorios etc. Estos compuestos suelen presentar una asociación de anestésicos locales y antiinflamatorios. Las cremas antihemorroidales deben usarse durante un tiempo limitado ya que presentan efectos secundarios indeseables con el uso crónico.
Cuando la dilatación de las hemorroides y el prolapso es mayor, se puede intentar la realización de tratamientos intermedios antes de realizar una intervención quirúrgica, en nuestro centro en estos casos utilizamos la colocación de bandas elásticas y la esclerosis. Son técnicas que puede realizarse en régimen de cirugía sin ingreso y con técnicas anestésicas poco invasivas. Cuando estos tratamientos no logran controlar los síntomas de la enfermedad está indicada la realización de una hemorroidectomía quirúrgica, es decir, la extirpación de los plexos patológicos mediante cirugía. La intervención quirúrgica en nuestro centro se lleva a cabo habitualmente en régimen de cirugía sin ingreso, utilizando técnicas anestésicas poco invasivas y con diferentes tipos abordajes (bisturís bipolares, ultrasónicos, láser y coagulaciones selectivas) en función de las características y preferencias de los pacientes.
Es un procedimiento en el cual la hemorroide se liga en la base con bandas elásticas, de modo que se interrumpe el suministro de sangre a la hemorroide. Este tratamiento es solamente factible para las hemorroides internas. Se lleva a cabo mediante la introducción de un instrumento de observación (anoscopio) a través del ano, se sujeta la hemorroide con un instrumento especialmente diseñado que también coloca la banda elástica alrededor de la base de la hemorroide. Tras ello la hemorroide se necrosa (muere) y, en aproximadamente una semana, se cae. Se forma una cicatriz en el lugar, reteniendo las venas cercanas de modo que no protruyan en el conducto anal. Este procedimiento se lleva a cabo sin necesidad de anestesia ni ingreso, y habitualmente, los pacientes pueden a sus actividades regulares casi inmediatamente. Tan solo ocasionalmente, se puede necesitar 2 o 3 días de reposo relativo según sea la tolerancia a las molestias.
Fisura anal
Es un desgarro en la mucosa del ano, por debajo de la línea dentada, generalmente en la línea media anterior o posterior, la cual generalmente causa dolor intenso al defecar, sangrado, estreñimiento y picor, pudiendo aparecer sangre fresca en el papel tras defecar.
El dolor producido por la formación de esta ulceración desencadena una contracción refleja de la musculatura anal, lo cual impide una correcta cicatrización de la fisura y perpetua esta enfermedad. Por este motivo, los tratamientos aplicados van dirigidos a vencer esta contractura o hipertonía muscular.
La formación inicial de estas úlceras puede deberse a múltiples causas, siendo la más importante la asociación con el estreñimiento crónico. Cualquier motivo que pueda predisponer o disponer a la mucosa del ano a un traumatismo (paso de heces muy sólidas o diarreas muy irritantes, tratamientos quimioterápicos, relaciones sexuales anales y otras alteraciones anales previas como hemorroides) puede influir en la aparición de una fisura anal.
El diagnóstico de la fisura anal se basa en la sintomatología referida por el paciente y la observación de la úlcera en la posición descrita.
Ante una úlcera anal en una localización anómala o que presente una sintomatología atípica es recomendable la realización de pruebas que descarten otras posibles causas, por ejemplo una colonoscopia para descartar enfermedad inflamatoria intestinal, cultivo microbiológico de lesión o biopsia si es preciso.
Se recomienda la realización de baños de asiento con agua templada durante 10-15 minutos después de cada deposición. La aplicación de tratamientos tópicos que contengan anestésicos locales y antiinflamatorios puede producir un alivio sintomático. Las pomadas a base de nitroglicerina, cuya acción se basa en la relajación de la musculatura esfinteriana, de modo que, al aplicarla durante un mes como mínimo, puede permitir la cicatrización de la úlcera.
Basado en el mismo fundamento, la inyección de toxina botulínica en el músculo esfinteriano produciría una parálisis reversible de éste, con el consiguiente efecto beneficioso en el proceso de cicatrización de la úlcera. Cuando todos los tratamientos descritos fracasan, está indicado el tratamiento quirúrgico. La intervención consiste en la sección de aproximadamente 1cm del músculo esfínter interno, previa comprobación de la existencia de hipertonía de éste. Los resultados de esta intervención son excelentes y la mejoría en la sintomatología prácticamente inmediata, si bien su carácter irreversible aconseja la realización primero de otros tratamientos más conservadores. La intervención quirúrgica en nuestro centro se lleva a cabo habitualmente en régimen de cirugía sin ingreso, utilizando técnicas anestésicas poco invasivas y con diferentes tipos abordajes (bisturís bipolares, ultrasónicos y láser) en función de las características y preferencias de los pacientes.
El tratamiento consiste en la inyección de bótox en el esfínter anal interno, lo cual causa una relajación del esfínter sin requerir hacer un corte, tal como se produce en las operaciones, facilitando la cicatrización del desgarro.
Se lleva a cabo mediante la infiltración de la toxina divida en 4 dosis iguales dividiendo el ano por cuadrantes, bajo anestesia regional y sedación y de forma completamente ambulatoria. Ofrece una recuperación menos dolorosa que la técnica clásica (esfinterotomia) y evita el riesgo de incontiencia inherente a la técnica clásica.
Fistula perianal
Una fístula anal es el término para un túnel infectado que se desarrolla entre la piel alrededor del ano y el interior del conducto anal o rectal.
La mayoría de las fistulas anales son el resultado de una infección que comienza en una glándula anal. Esta infección causa un absceso que drena espontáneamente o debe drenarse quirúrgicamente a través de la piel cerca del ano. Luego, se forma la fístula o túnel bajo la piel y se conecta con la glándula infectada. Generalmente es necesario realizar una cirugía para tratar una fístula anal.
Se basa en la evaluación médica, requiere anoscopia, sigmoidoscopia o colonoscopia Se identifica la presencia de uno o más orificios y en ocasiones se nota su trayecto bajo la piel. Introduciendo una sonda se puede determinar su profundidad y dirección. Se puede localizar el orificio interno insertando un anoscopio (un tubo corto y rígido) en el recto y realizando una exploración de la fístula con la sonda. La realización de un estudio endoscopio completo ayuda a localizar la abertura interna de la fístula y a determinar si el problema está causado por cáncer, enfermedad de Crohn u otro trastorno.
El tratamiento de esta enfermedad es siempre quirúrgico, no siendo recomendable su demora basándose en la toma de antibióticos o antiinflamatorios por el riesgo de progresión y propagación de la infección. Dependerá de muchos factores tales como: localización, sexo del paciente, cirugías anales previas o fístulas recidivadas, existencia de trayectos o abscesos asociados, antecedente o riesgo de incontinencia anal o concomitancia de otras patologías como enfermedad inflamatoria intestinal.
De este modo, ante la presencia de clínica compatible con sepsis perianal (infección generalizada de origen perianal) es recomendable la realización de un drenaje y evacuación del material purulento. En caso de la aparición de formaciones fistulosas, el tratamiento quirúrgico puede ser más o menos complicado en función de la localización de la fístula. Debe hacerse de manera electiva y previo estudio y localización de los trayectos fistulosos para proceder a su completa extirpación, con el objeto de no lesionar estructuras musculares, con el riesgo de incontinencia que ello conllevaría.
Prolapso rectal
El prolapso rectal ocurre cuando una parte de la porcion inferior del intestino grueso (el recto) se desliza hacia afuera de la abertura muscular que está al final del aparato digestivo (el ano). Si bien el prolapso rectal puede causar molestias, rara vez se trata de una emergencia médica. A veces, el prolapso rectal puede tratarse con ablandadores de heces, supositorios y otros medicamentos.
Se pueden describir tres tipos de prolapso:
– Todo el recto sobresale fuera del ano.
– Solo una porción del revestimiento del recto sale por el ano.
– El recto empieza a bajar pero no sale por el ano (prolapso interno).
El prolapso rectal es común entre adultos mayores con un historial largo de estreñimiento o debilidad en los músculos del suelo de la pelvis. Es más común en las mujeres que en los hombres e incluso más común en las mujeres de más de 50 años pero también puede ocurrir en personas jóvenes.
En el diagnóstico hay que distinguir el prolapso rectal de las hemorroides. Para ayudar a diagnosticar el prolapso rectal y descartar otras afecciones asociadas, se suele realizar:
– Examen digital del recto. Se inserta un dedo enguantado y lubricado en el recto para evaluar la fuerza de los músculos del esfínter y para verificar si hay anomalías en el área rectal.
– Manometría anal. Se introduce un tubo estrecho y flexible en el ano y el recto. Se puede expandir un pequeño globo en la punta del tubo. Esta prueba ayuda a medir la tensión del esfínter anal y la sensibilidad y funcionamiento del recto.
– Colonoscopia. Para descartar otras afecciones, como pólipos o cáncer de colon, consiste en introducir una cámara unida a un tubo flexible en el recto para inspeccionar todo el colon.
– Defecografía. Este procedimiento combina el uso de un agente de contraste con un estudio de imágenes, como rayos X o imágenes por resonancia magnética (RM). La defecografía puede ayudar a revelar cambios estructurales en y alrededor del tracto gastrointestinal inferior y mostrar si los músculos rectales están funcionando bien.
El tratamiento para el prolapso rectal generalmente implica cirugía. Otros tratamientos incluyen diversas terapias para el estreñimiento, incluidos ablandadores de heces, supositorios y otros medicamentos. Existen algunos métodos quirúrgicos diferentes para tratar el prolapso rectal. La elección de un tipo u otro de intervención dependerá de la edad del paciente, otros problemas de salud existentes, el alcance del prolapso, los resultados de las pruebas, y la preferencia del cirujano y su experiencia con ciertas técnicas. Las dos estrategias más comunes para la reparación del prolapso rectal son la cirugía abdominal y la rectal (también llamada perineal).
– Reparación abdominal. Los dos tipos más comunes de reparación abdominal son la rectopexia (fijación al recto) y resección (extirpación de un segmento del intestino) seguida de rectopexia. La resección es preferible para los pacientes con estreñimiento severo. Ambos procedimientos son realizados por nuestro equipo tanto de forma laparoscópica (link a cirugia laparoscópica) o con robót Da Vinci (link a cirugía robotica).
– Reparación rectal (perineal). Los procedimientos rectales se usan a menudo en pacientes más mayores y en pacientes con problemas médicos. Se pueden realizar bajo anestesia espinal o epidural. Los dos abordajes rectales más comunes son los procedimientos Altemeier y Delorme.
Pólipos y condilomas
Los pólipos anales o rectales son formaciones o crecimientos anormales que crecen en el interior de la mucosa anal o rectal. La mayoría son benignos, es decir no tumorales. Un reducido número de ellos pueden ser precancerosos, o lo que es lo mismo, que con el tiempo pueden convertirse en cáncer. Y otros son de inicio ya cancerosos o malignos.
La mayoría de los pólipos suelen ser asintomáticos, es decir, no dan síntomas en las primeras fases de su crecimiento. Dando síntomas cuando su crecimiento o aumento de tamaño les provoca una ulceración del propio pólipo o un desgarro de su pedículo o cuello. Es entonces cuando se produce una hemorragia o sangrado leve visible en las deposiciones y que se conoce con el nombre de rectorragia. Esta rectorragia o hemorragia por el ano, puede llegar a ser tan importante que provoque la visita del paciente a urgencias, o que esta pérdida abundante y continua de sangre, le produzca una anemia de importancia variable en relación con la sangre perdida. Otras veces el pólipo rectal es tan grande o su tallo o pedículo tan largo, que desciende y asoma por el ano al exterior.
Los Condilomas anales y perianales son verrugas que tienen forma de coliflor. Se producen por contagio sexual y están producidos por el Virus denominado del Papiloma Humano (VPH). Existen más de 200 tipos del Virus del Papiloma Humano, pero sólo unos 30-40 pueden infectar el área anal, perianal y genital. Representa, en la actualidad, una de las enfermedades de transmisión sexual más común y frecuente.
El paciente nota la aparición de una lesión verrucosa en la zona perianal y/o genital. Dos tercios de los pacientes asocian prurito anal, la mitad sangrado con la defecación, en otros casos se quejan de humedad del ano y menos frecuentemente de dolor. La intensidad de la sintomatología también depende del tamaño de las lesiones y de la afección al canal anal.
El diagnóstico es fundamentalmente clínico, con la exploración por el cirujano, visualizando las lesiones con su característica apariencia. En caso de sospecha de condilomas, es importante buscar otras lesiones relacionadas con el virus del papiloma humano, observar la zona genital tanto en el hombre como en la mujer. El examen mediante anoscopia es esencial para detectar las lesiones intraanales. La anoscopia no precisa anestesia y es una exploración no dolorosa y sencilla.
Cuando se ha diagnosticado un pólipo se recomienda su eliminación o extirpación quirúrgica mediante una sencilla intervención, previa anestesia local, de forma ambulatoria y sin apenas molestias. Posteriormente se realizan anuscopias y rectoscopias para el seguimiento en diferentes intervalos, para asegurar que no vuelven a aparecer otros, y si aparecen eliminarlos en una fase inicial. Ya que la extirpación de un primer pólipo no elimina la posibilidad de aparición de otros posteriormente.
En caso de sospecha de condilomas deben tratarse de manera inmediata para evitar el contagio propio a otras zonas y/o el contagio a otros individuos con los que se mantenga contacto sexual. No desaparecen solos y requieren extirpación mecánica (con crioterapia, electrocauterio, láser o resección quirúrgica) o tratamiento tópico (con antimicóticos, ácidos o inductores del interferón).
NUESTROS PACIENTES OPINAN
Nuestro objetivo es alcanzar los mejores resultados cumpliendo las expectativas de nuestros pacientes
Me sometí a una cirugía asistida por robot por un tumor en el hígado. Sólo puedo agradecer el trato y el cariño del Dr. Jiménez de los Galanes durante todo el proceso
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